Estos planteles surgieron por el reclamo de las comunidades que no querían que sus niños caminaran más de una hora para llegar a las aulas. De esta manera, se crearon escuelas por doquier, sin planificación. “Los padres hacían la solicitud y se creaba la unidocente pero sin prever cuántos niños asistirían”, comenta Vinicio Cifuentes, director de Plan Internacional en Cotopaxi, una Ong que apoya los procesos educativos en las zonas rurales.

 

En 2002, existían 6.469 unidocentes para 182.851 estudiantes. En muchos casos, estos centros educativos carecen de infraestructura básica y el profesor, que debe desarrollar las destrezas necesarias para educar a niños de diferentes edades, está mal pagado. Ese es el caso de las escuelas bilingües, donde el docente pertenece a la comunidad y recibe una bonificación mensual inferior al salario mínimo.

 

En otros casos, los profesores unidocentes son estudiantes de Pedagogía que, al igual que los médicos, deben ejercer en las zonas rurales como requisito para obtener su título. Esto está cambiando con la nueva planificación educativa del Gobierno, que contempla la construcción de 80 Unidades Educativas del Milenio (UEM) hasta 2016.